Naturaleza

Flora

En la vegetación del Cerrato destacan las encinas, cubriendo los páramos y laderas, junto a sabinas, enebros, quejigos y coscojas. Por otro lado nos encontramos con las repoblaciones de pinos, principalmente carrascos efectuadas desde los años 60 en muchas de las laderas que circundan los páramos. También cabe destacar los almedros que aún persisten salpicando nuestros valles, junto con olmos bordeando nuestros arroyos y carreteras.

Las riberas de los arroyos y ríos constituyen una masa arbórea formada en su mayoría por ejemplares de sauces, chopos, alisos, nogales y fresnos. Son frecuentes arbustos propios del bosque de ribera, típicos de zonas húmedas como el majuelo, escaramujo, zarzamora y tamaris. Hierbas propias de estos lugares son la hiedra, la ortiga, la madreselva, el cardo, el lirio, la espadaña, el carrizo y los juncos.

Los arbustos que dominan en el monte son la jara, espino de tintes, gayuba, majuelo, la rosa silvestre, endrinos y el tojo. Mientras que los elementos herbáceos dominantes son el espliego, el tomillo, la manzanilla común, el cardillo, el lino blanco y los pelos de bruja o cola de lobo.

En laderas y eriales es frecuente encontrar arbustos como aulagas y tojos, y herbáceos como astrágalos, gatuñas, salvias, tomillo picante, espinar calvero, romero, ajo silvestre, linos, hierba piojera, hisopos y hierba tora, todos ellos propios de terrenos calcáreos y de gran aridez.

Fauna

Toda la amalgama de pequeños retazos que conforman el territorio del Cerrato, junto a las características de su clima, suelo, etc., dotan al Cerrato de unas condiciones ambientales idóneas para albergar una rica variedad de fauna. La espesura del encinar da refugio a los jabalíes, perdices, conejos, liebres… El lobo ibérico, que ha pasado de ser un visitante ocasional a tener presencia casi permanente.

En la ribera del Carrión y sobretodo del Pisuerga se multiplican las garzas reales con la llegada de ejemplares del norte de Europa que buscan nuestro invierno más suave. También es fácil encontrarse con algún cormorán que suele cambiar el agua de la costa por nuestros tranquilos sotos fluviales. Les acompañan bandadas de patos y pollas de agua.
Pequeños grupos de aves esteparias, como las cogujadas, las calandrias y las alondras se desplazan constantemente por las sementeras, también se deja ver alguna avutarda despistada de Tierra de Campos y algún aguilucho pálido. Desde la altura el halcón peregrino observa las bandadas de torcaces, bravías y zuritas esperando su oportunidad.

La primavera se anuncia en la ribera con el canto del cuco y los colores del abejaruco. En los sembrados, a finales de marzo se escucha a la codorniz y el monte se llena de abubillas.